Etapa 1, fuera nervios, ya estábamos en La Rioja Bike Race:
Después del madrugón y un generoso desayuno, vamos a la línea de salida con ganas de comenzar a rodar, concentrados y esperando el pistoletazo de salida. A las 10 en punto de la mañana comienza la carrera, la cuarta edición de La Rioja Bike Race está en marcha, más de 1000 corredores salimos muy rápido para conseguir una buena posición antes de las primeras dificultades.
Vivo en Holanda, y como os imagináis, las montañas brillan por su ausencia. Venir a la Rioja significa superar gran desnivel y encontrarte algún repecho importante de repente. Por lo menos, disfruto muchísimo descubriendo nuevos caminos en la montaña, por lo que me encontraba en mi salsa.
La primera subida del día fue muy dura, pero las vistas desde arriba bien lo merecía: naturaleza en estado puro en una increíble vista 360º. El descenso discurrió por un sendero técnico y muy divertido antes de coger la pista que nos devolvía a Logroño. Tengo que decir que sufrí un poco en esta primera etapa, la cabeza de carrera volaba y el intentar no perder mucho tiempo, me hizo formar la máquina. Me alegré al llegar a meta con un tiempo de 3 horas 32 minutos y 56 segundos, a menos de 30 minutos del actual bronce olímpico de XC en Rio de Janeiro y embajador de la carrera, el español Carlos Coloma.
En general, un gran día de mucha diversión sobre la bicicleta en uno de los parajes más bonitos por los que he montado en bici. Para cenar, en horario español, nuestros amigos de Macario decidiron que era un buen momento para hacer un tour de pinchos y vinos por la famosísima Calle Laurel, un lugar encantador, dónde decenas de pequeñas tabernas se juntan para ofrecer los pinchos estrella de la zona y una amplia selección de vinos de la tierra. Disfrutamos muchísimo degustando la gastronomía riojana y compartiendo algo de tiempo con nuestros colegas de Macario, en un ambiente mucho más distendido.