Las cosas buenas les pasan a quienes creen
El ciclismo en Manila no es para cobardes. Tienes que estar un poco loco, o ser muy listo, como Julla, y levantarte temprano. Muy temprano. «En un día de entrenamiento normal, me tenía que levantar antes de las 5 de la mañana para evitar el tráfico. A las 5.30, hay que estar a los pedales, antes de que la gente vaya a trabajar». En su entrenamiento habitual, recorría unos 40 km por la zona montañosa de Pásig, a las afueras de Manila. «A la hora que volvía a casa, el tráfico ya había empezado y podía ser francamente peligroso. No solo por los vehículos, también por la delincuencia callejera. Podían perseguirte mientras subías una cuesta para tratar de quitarte algo del bolsillo. Así son las cosas. Es un reto, pero te hace más fuerte».